viernes, 18 de septiembre de 2009

Naufraga Rescate de la Costa


LA REFORMA, Angostura, Sinaloa._ Cuánto puede resistir el techo de una vivienda sostenido por un tronco. Si el Rescate de la Costa no llega a la familia López López lo sabremos pronto.

Este año inició la pavimentación de la calle que pasa por la morada de estos pescadores. Suponen que el Gobierno la asfaltó por ser la avenida que lleva al panteón y al basurón del campo pesquero La Reforma, perteneciente al municipio de Angostura, no para beneficio de sus vecinos.

Con las vibraciones producidas por la maquinaria pesada que raspó la calle, el enjarre carcomido del techo apresuró su caída a pedazos. Para que no se les viniera encima, los López López decidieron sostenerlo con palos: uno para la cocina y otro para la recámara de las niñas.

"Viera cómo les dijimos que en vez de pavimentar la calle nos arreglaran el techo... porque se va a caer la casa y la calle va a quedar ahí", dice María del Carmen Burgos Rubio, ama de casa y esposa de Jesús López López.

Fue aquí, en La Reforma, donde hace poco más de un año, el 14 de agosto de 2008, el Gobernador Jesús Aguilar Padilla anunció el programa Rescate de la Costa, dirigido a las familias más pobres, a las familias de los pescadores.
Entonces los López López, cansados de promesas de Gobierno, lanzaron un retó: "Que toquen la puerta de la casa, no la de los dirigentes". Esa puerta sigue intacta. Nadie la ha tocado. Tal vez rechinen más sus bisagras, pero las carencias de sus habitantes son las mismas.

Hace 13 meses esta familia no tenía una calle pavimentada ni el par de palos sosteniendo el cielo de la vivienda, lo que sí tenía y conserva hasta hoy, es un motor que visita al mecánico más seguido que un hipocondríaco al doctor, y una panga vieja tan parchada como un antiguo colchón inflable.

"La verdad yo no me siento rescatado. Un verdadero apoyo sería un crédito para el techo", menciona Zenén López López.

Con la esperanza que caracteriza a los hombres de mar días antes del levantamiento de la veda del camarón, Zenén comenta que la mayoría de los beneficios del programa Rescate de la Costa no han llegado a su familia. Lo que han pedido se encuentra en "trámite". Solicitudes que no tienen día ni hora de resolución, lugar ni circunstancia. Que sin palancas con el Síndico, con el Alcalde, o con un alto funcionario de Gobierno estatal, pueden durar meses o años en aprobarse.

En la cooperativa en la que están Zenén, su hermano Jesús y su padre Valberto, rifaron créditos para tres motores marinos del programa Rescate de la Costa. La organización está compuesta por 80 pescadores. Si Zenén fuera el ultimo en salir sorteado, el nuevo motor le llegaría en 26 años más, en 2035.

Con el programa a la familia le toca una despensa cada seis meses, les cuesta 7 pesos y trae un kilo de arroz, uno de frijol, medio litro de aceite, un kilo de masa, un puré, dos bolsas de sopa y dos de leche.

Una de sus hijas tiene una beca, la otra niña no, porque es una por pescador, según les dijeron. La beca consiste en 660 pesos cada cuatro meses y la utilizan para comprarle zapatos y útiles escolares.

Zenén también intentó un crédito para proyecto productivo a través de Sagarpa, quería poner una "envarilladora" de camarón. Dice que vio el producto en el Sam's Club, que lo solicitan mucho los restaurantes de comida china y japonesa.

Por falta de habilidad para manejar Internet y de asesoría, a Zenén se le fueron los tiempos y no alcanzó a cotizar una máquina que le succiona la vena del camarón. Esto provocó que no pudiera meter el proyecto y ahora esperará hasta 2010, cuando se abra la convocatoria de nuevo.

Al ver la vivienda de estos pescadores y la despensa semestral que les cobran en 7 pesos, salta la pregunta: dónde están esas mil 226 acciones de vivienda y 29 mil 344 despensas que se prometieron aquel 14 de agosto de 2008.
Al llegar a la casa de los López López, con la imprudencia que caracteriza el arribo inesperado, Zenén tejía una atarraya, las mujeres recogían la mesa y los niños jugaban sin tregua. Su hermano Jesús y su padre Valberto arreglaban en el pueblo los utensilios de pesca.

Ya habían terminado de comer camarones de granja empanizados. Lo que para un citadino es un lujo, para ellos es lo posible. Compraron los camarones a precio bajo. Les es más complicado conseguir un buen corte de res. Y aunque les gustan más los camarones que ellos pescan, el de bahía, al de granja, los podrán comer hasta el 26 de septiembre, cuando se levante la veda del para capturar el crustáceo.

La lluvia que se pierde

Cuánto puede subir la marea después de una lluvia de cinco minutos. Algo así es lo que afecta el programa Rescate de la Costa a las vidas de los pescadores.

El propio Secretario de Desarrollo Social del Estado, Pablo Moreno Cota, lo reconoce: "Es una gota de agua en la arena". Y adelanta que es un plan a por lo menos 10 años.

Moreno Cota afirma que los 500 millones de pesos que se destinaron en 2008 para mejorar las vidas de los más de 134 mil 500 hombres de piel quemada y sal en los labios no alcanza ante la necesidad que existe. Por esto solicitaron un préstamo al Banco Interamericano de Desarrollo, crédito que no ha sido aceptado.

Según datos oficiales, dentro de programa de Gobierno se han gastado millones en 228 acciones de vivienda: techos, cuartos, pisos firmes. Se han ofrecido 897 empleos temporales, más de 20 acciones de electrificación, mejoramiento en agua potable y saneamiento. Se han producido más de 100 mil plantas de mangle y reforestado 45 mil, entre otros actos gubernamentales de obra pública y desarrollo económico.

De acuerdo a los censos estatales, los pescadores habitan en 60 comunidades y el 80 por ciento de sus pobladores tienen pobreza patrimonial.

A los problemas económicos de la costa se le suman la alta reprobación y la deserción escolar. Hasta el último análisis, el índice de jóvenes en contacto con las drogas es del 9.3 por ciento, un punto mayor que el promedio estatal. Otro conflicto es el embarazo no deseado de menores de edad y la prostitución de mujeres jóvenes.

El programa Rescate de la Costa consiste en conjuntar esfuerzos de todas las secretarías del Gobierno estatal; en asirse de recursos federales y pedir corresponsabilidad a los municipios, con el objetivo sacar del abandono y pobreza a las comunidades pesqueras.

Para el funcionario estatal, el logro más importante del programa social es haber puesto el ojo en este sector olvidado por los gobiernos anteriores.

El apoyo que no llega

Dicen que lo que necesita un ser humano es que le enseñen a pescar, en vez de darle el pescado.

Esta gente ya sabe pescar, pero no tiene con qué. Muchos pescadores no cuentan con panga ni motor. Uno de esos es Gudberto García, de 46 años.

Mientras parcha los hoyos de una panga de 15 años con fibra de vidrio, cuenta que empezó a pescar desde los 10 y, entre más tiempo pasa, la vida del pescador se vuelve más difícil. Ninguno de sus cinco hijos se dedica a la pesca, él nunca la recomendó: "No tiene caso que se metan a estar sufriendo, mejor que estudien".

Durante la veda del camarón, se dedicaba a la jaiba y al botete. Al igual que la mayoría de los pescadores entrevistados, Gudberto menciona que la pobreza de los campos pesqueros se debe a que son muchos pescadores para una misma cantidad de producto. Para una misma actividad.

Lo que más les molesta es que salgan a pescar hasta doctores y agricultores en los momentos de abundancia. Cuando se levanta la veda. Lo ven como oportunismo. Esto les reduce la ganancia a los que se dedican todo el año a la actividad.

Gudberto no ha oído hablar del Rescate de la Costa. No le ha tocado crédito de casa ni de techo ni de piso. Tampoco despensa. Sabe que llegan porque los líderes los toman para ellos o los reparten a los amigos: "Sí llegan, pero los dirigentes se quedan con los apoyos".

En un campo pesquero el tema de drogadicción es inevitable. Este vicio, menciona, ha ido a la baja, mientras la prostitución continúa: "Hay muchas morritas, de 13, 14 años", advierte, "lo que pasa es que es la misma necesidad. El Gobierno nos tiene jodidos, es mucho 'raterismo' del Gobierno".

Esthela Garibaldi Medina sí ha oído escuchar del Rescate de la Costa, pero hasta el momento, sólo uno de sus dos hijos ha recibido un paquete de útiles escolares de beneficio. No tiene beca ni piso firme ni techo para su casa propia: "He pedido lámina y tampoco. Me he apuntado para lámina y no; me apunté para techo y tampoco".

Mientras camina a solicitar empleo para descabezar camarón de granja, platica que el año pasado tramitó un crédito productivo pero no le llegó, este año lo intentará de nuevo. Quiere poner una distribuidora de productos de belleza.

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