viernes, 3 de julio de 2009

'Mamá, no dejes que me muera'



La madre y el tío de Brennie no escucharon el disparo.

Una tía les avisó y así, descalza como andaba, su mamá salió corriendo a buscarla.

La encontró tirada en un callejón de terracería, a una cuadra de su casa. Contaba con sólo 12 años y ya tenía un balazo en la espalda que le dio un presunto ladrón para quitarle 100 pesos.

Fue el domingo pasado. Brennie, con trabajo pudo hablar. Con las pocas fuerzas que tenía reconoció a su madre y le dijo: "Mamá, no dejes que me muera".

Su tío, quien prefirió se omitiera su identidad, dijo al final de la entrevista: "Esa bala nos atravesó a varios". Ese tío la quiso tanto como la madre. Así lo dijo la propia señora.

Ese tío fue quien la tomó en sus brazos, la levantó del suelo. De ese suelo caliente que se siente a las tres de la tarde en Culiacán. De ese suelo que quema y ampolla las plantas de los pies. De ese suelo donde se encontraba tirada Brennie, la niña que ganó el primer lugar de zona en la Olimpiada del Conocimiento. La niña que no fue mencionada por el Gobierno en la entrega de certificaciones de inglés el miércoles pasado, a pesar de que sería una de las galardonadas. Y es que para el Gobierno ya estaba como estaba: muerta.

Ese tío fue quien le decía palabras desesperadas para que reaccionara mientras la trasladaba en el carro. Para que no se le fuera y aguantara viva mientras llegaba a urgencias del ISSSTE.

Ese tío fue quien en 3 minutos tenía la medicina que pedía el doctor.

Ese tío fue quien consiguió donadores de sangre al por mayor. Quien juntó un banco de sangre en 24 horas. Quien explotó de coraje cuando le dijeron que la SEPyC amenazó a maestros para que no marcharan ayer a favor de su sobrina. Quien no se espera. Quien se revela.

Ese tío fue quien no durmió. Quien desesperado vio cómo se le iba la vida a su vida. Quien presenció cómo operaron dos veces a su sobrina y la tercera no soportó. Quien entendió que se hizo todo lo que se podía hacer y un poco más: se trajeron médicos de otros municipios, trabajaron rápido, se dispuso de cuanto medio se podía en el hospital.
Pero la niña había perdido mucha sangre. No se logró mantenerla viva.

Brennie aguantó, luchó y esperó esas 24 horas. La familia soportó cada uno de esos minutos que parecían horas; de esas horas que parecían días; de ese día que parecía un año.

Y les da coraje cuando en los periódicos escribimos mal su nombre. El nombre de la niña con nacionalidad estadounidense y mexicana: "¡No es Brendye es Brennie. Brennie Felician Medina!" Y es lo último que les queda: su nombre, su recuerdo, sus fotografías, sus diplomas, su amor.

Y parece increíble. En lo que fue a parar la compra de un refresco en la tienda en esta ciudad. En un asesinato. Su madre la mandó a comprar comida a la esquina y, mientras la servían, se dirigió a la tienda a comprar la soda.
Y atravesó ese callejón de la colonia 5 de Mayo. Ese callejón de tierra. Ese callejón que en su esquina tiene una casa tomada por viciosos, que en su interior hay focos quemados, colchones, encendedores, botellas de licor, pantalones sucios, excremento regado y embarrado en el piso y paredes.

Ese callejón donde la muerte la atrapó.

"Deben de tumbar ese lugar, es un nido de malvivientes", menciona Guadalupe, la dueña de la tiendita a la que Brennie nunca llegó. Doña Lupita, como muchos vecinos, dice que no escuchó el balazo. Que la televisión no los dejó oír el disparo a pesar que sucedió a menos de 100 metros.

En la familia Medina hay una niña que conocía muy bien a Brennie. Su prima Alejandra la conocía tan bien, que sabía que Brennie quería tener muchos hijos. No quería ser hija única como lo fue ella.

Deseaba una fiesta de 15 años perfecta. El 27 de mayo de 2012 sería su próxima fiesta. Así se había decidido en la familia. Antes ninguna.

"Era muy buena, inteligente, respetuosa, alta, bonita, simpática, amorosa", describe la prima de 11 años, Alejandra, apenas un año menor.

Su prima también sabía que le gustaba jugar a "la choya", a "los atrapados" y a los "bombazos".

"Yo veo esto muy mal. Para mí es un abuso. Ya ni me dejan salir a la calle", menciona.

La madre de Brennie, quien nombró a su hija igual que ella, recuerda con ternura lo comentarios de los sobrinos.

"Un sobrinito vino y me dijo 'tía, no se preocupe, ya escribí una carta a Santa Clos para que le traiga a Brennie otra vez'. Otros sobrinos se la llevan planeando las formas en la que la van a hacer volver".

Y aunque eso desea con todo el corazón, Brennie, la madre, sabe que no sucederá. Lo único que le queda es que atrapen al ladrón y asesino. Y para eso están dispuestos a hablar con la prensa, con el Procurador, a hacer marchas, cualquier cosa.

"No le deseo mal. A mi hija ya no me la pueden devolver. Quiero que lo agarren para que ya no haga más daño", afirma.

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