martes, 11 de mayo de 2010
Libertad de Prensa: Entre el plomo y la plata
Publicado el 3 de marzo
Sería más fácil que se despegue de su cartera que de su radio.
Lo trae consigo todo el tiempo.Hay momentos que ni habla.
Abre los ojos, coloca la mirada en el horizonte. En ese momento sólo el oído se encuentra activo.
Trata de descifrar las claves que usan los policías. Es un balacera en la carretera a Sanalona.
El reportero da un brinco y avisa a su jefe de información. Se coloca un chaleco antibalas color blanco con la palabra PRENSA en el pecho y se dirige al intercambio de balas.
Alguien debe reportar el suceso. Los ciudadanos tienen derecho a saber qué sucedió, y con la mayor veracidad posible.
Esta escena es común en Sinaloa, imagen que día a día se expande a otros estados de la República.
De acuerdo al recién publicado estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, titulado La seguridad de los periodistas y el riesgo de impunidad, México es el país número tres con más asesinatos de periodistas en el mundo. Antes se encuentran Filipinas e Iraq.
"En el periodo 2008-2009, México quedó en tercer lugar de la lista con 11 periodistas asesinados", de 128 a nivel mundial, dice el documento. Casi 1 de cada 10 reporteros muertos son mexicanos.
Este país es el de "mayor crecimiento de víctimas", ya que en 2006-2007 se presentaron cuatro asesinatos.
México es el Estado de Latinoamérica con más crímenes a periodistas.
Desde 2006 a la fecha, en Honduras murió 1, en Colombia 4, en El Salvador 2, en Ecuador 2, en Brasil 3, en Guatemala 2 y en Venezuela asesinaron a 2. Este último calificado como de alta represión y acotación de la libertad de prensa.
La mayoría de los periodistas muertos, se indica en el expediente, no eran corresponsales de guerra, sino personas que trataban temas de intereses locales.
"Lamentablemente, la frecuencia de los actos de violencia contra periodistas está aumentando. En la mayoría de los casos, la impunidad impide actuar a la justicia y, si esta tendencia persiste, los periodistas serán presa fácil. Huelga decir que esta situación supone una grave amenaza para la libertad de expresión y para nuestra capacidad de buscar la verdad", se indica en el texto.
Hasta el 15 de marzo, el registro de periodistas muertos en México durante 2010 ascendía a cuatro, uno de ellos era sinaloense: José Luis Romero, reportero del programa radial Línea Directa en Los Mochis.
Como prácticamente todos los crímenes de informadores en México, la investigación no ha dado resultados satisfactorios.
Pero darle muerte a un periodista, como lo señala la UNESCO, es apenas "la punta del iceberg", ya que antes de eso hay una serie de amenazas, intentos de coptación y "levantones" de reporteros para impedir que se ejerza la libre prensa.
Violencia, el problema
Algo debe andar mal en las garantías individuales para la prensa en Sinaloa que los reporteros de seguridad se ven obligados a utilizar chalecos antibalas.
Marco Santos, director del diario Primera Hora Culiacán, comenta que la situación de violencia en Sinaloa ha ido creciendo tanto, que los periodistas de Los Mochis, Escuinapa y Mazatlán ya entraron en la dinámica de autocensura.
"Antes podíamos decir que Culiacán tenía el monopolio de la autocensura, pero ahora vemos que también se ve en otras zonas más tranquilas como en el norte, en Los Mochis, y en el sur, en Escuinapa y en Mazatlán", manifiesta.
Los reporteros del área de seguridad han pasado por amenazas de muerte, golpes de la autoridad e intentos de intimidación.
El periodismo investigativo en temas de violencia, una de las grandes aportaciones del oficio a su sociedad, se encuentra vetado en Sinaloa. No se hace porque si se logra, puede ser la última vez.
"No hacemos trabajos de investigación que tengan que ver con delincuencia organizada porque las experiencias de otros estados nos han hecho ver que no estamos totalmente capacitados para enfrentar una realidad como esa", señala.
Uno de los problemas por lo que atraviesa el periodismo de seguridad en Sinaloa, comenta, es la falta de capacitación de los reporteros ya que esto también pone en riego su vida.
Muchos de los periodistas, reconoce, presumen sus acciones reporteriles y se arriesgan a represalias.
Santos tiene una recomendación para los reporteros de seguridad, y es clara: "no se crean héroes".
Plata, el otro problema
El plomo de las balas no es el único censor de la prensa en México, la crisis económica por la que atraviesan los medios informativos a nivel mundial, en particular los impresos, es otro elemento de peso.
Y es que el derecho a informar y a estar informado se ha visto afectado con la baja de la percepción económica en los diarios producido por el incremento en el costo del papel, la reducción del tiraje, la baja de circulación, y el crecimiento de los contenidos gratuitos en Internet como sistema informativo.
El periodista español del diario El País, Miguel Ángel Bastenier, afirma que los diarios como los conocemos aún, de papel, se verán más reducidos con el paso del siguiente par de décadas. México y América Latina no están a salvo del efecto.
En países desarrollados, como Estados Unidos, donde el acceso a Internet es mayor que en México, ya han quebrado diarios impresos y se han mantenido solamente en su edición electrónica.
Bastenier sostiene que los portales web crecen en visitas sin que se logre un modelo de negocio efectivo que compense las pérdidas del impreso.
De acuerdo a un cable informativo, la circulación de los periódicos estadunidenses sigue a la baja, con una caída de 8.7 por ciento en seis meses, al prolongarse una crisis financiera en esta industria que ha provocado recortes, fusiones y cierres.
Según el Buró de Auditoría de Circulación, organización no lucrativa integrada por editores, reportó que en promedio la circulación diaria de los rotativos estadounidenses disminuyó 8.74 por ciento de octubre a marzo pasados, en comparación con el mismo periodo anterior.
Jesús Castro Gallegos, reportero del periódico Vanguardia de Saltillo, Coahuila, ha sentido de forma directa las repercusiones del la crisis económica informativa.
Junto con un equipo de reporteros, trabajaba en la revista Semanario, que editaba el propio Vanguardia, pero ésta tuvo que reducir costos, desaparecer, y convertirse en un suplemento.
"Cada vez hay menos espacios para los periodistas, es un fenómeno que lo estamos viendo en todos lados, aquí cerró un periódico, el Palabra, y los demás periódicos disminuyeron su plantilla de trabajadores, veo periodistas trabajando en otras cosas", menciona.
Para él, las finanzas de los medios se han convertido en el principal obstáculo para acceder a la información pero, inmediatamente después, aparecen las faltas de garantías de seguridad para ejercer el oficio.
"Después de la crisis económica que estamos viviendo, la violencia se ha convertido en un censor bastante fuerte", valora.
Y con la baja económica viene la presión de los gobiernos para querer influir en la líneas editoriales de los rotativos, expresa, sabedores de la necesidad económica de los periódicos.
Saltillo no escapa a la violencia. A principios de año ultimaron al reportero Valentín Valdés Espinosa, que trabajaba en el periódico Zócalo de Saltillo.
Castro Gallegos, ex director del periódico policiaco El Guardián, menciona que el periodista era conocido como una persona honesta que se dedicaba a desempeñar el oficio.
El deceso del profesional de la información, según los reporteros de Saltillo, se debió a que sencillamente, a uno grupo de delincuentes le desagradó que reportara un hecho policiaco. Un asesinato.
"Ni si quiera estaba haciendo investigación el reportero… los mismos periodistas hemos tenido que censurarnos nosotros mismos para no tocar ciertos temas", reconoce.
El reportero, ex becario del Programa Prensa y Democracia, advierte que la violencia ha generado un repliegue de los reporteros en la temática, y una autocensura para garantizar un principio elemental: la vida.
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